*Berenice Alcántara Rojas, del IIH de la UNAM, brindó una conferencia extraordinaria titulada «El cristianismo en clave náhuatl» y recomendó el número 7 de la revista Korpus21 de El Colegio Mexiquense
El catolicismo en México, que inició hace más de 500 años con la evangelización emprendida por las órdenes religiosas, sobre todo por parte de los franciscanos, vivió sus momentos fundadores con las alianzas entre frailes y caciques indígenas para usar las lenguas originales, en especial el náhuatl, en la difusión del mensaje cristiano.
Las alianzas se dieron con pactos de manipulación mutua y su resultado sobrevive en una gran diversidad de textos -cartas, crónicas, memoriales e incluso una traducción del Padre Nuestro al náhuatl-, la escultura, la música, el arte y la arquitectura, en el proceso de inculturación que se llevó a cabo y cuyo resultado está presente en la religiosidad popular actual.
En una de las conferencias más atendidas por las audiencias que siguen las sesiones del seminario Arqueología y Etnohistoria de Mesoamérica de El Colegio Mexiquense, Berenice Alcántara Rojas, investigadora del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, hizo la exposición de «El cristianismo en clave náhuatl», a lo largo de lo cual ofreció abundante información y elementos para entender uno de los procesos más complejos y con medio milenio de historia. La moderadora fue Norma Berenice Gómez González, del CMQ.
La historiadora y traductora dijo que las fuentes son los documentos producidos por los religiosos, como cartas evangelizadoras, crónicas personales, memoriales -como los de Motolinía-, las grandes crónicas de las órdenes y las obras de frailes o de las que promovieron sobre el pasado de las sociedades indígenas para evangelizarlas, entre ellas las de Olmos, Durán y Sahagún.
Destacó fray Juan de Zumárraga, primer obispo de México e inquisidor, en momentos en que se buscaba corregir los comportamientos desviados de los indígenas y de quienes rechazaban las enseñanzas luego de adoptarlas aparentemente, así como las obras de arte indocristiano para el nuevo culto: edificios y conventos, los murales, la escultura y las obras de plumaria del siglo XVI.
Alcántara Rojas explicó que el náhuatl fue también la lengua de guerra y conquista del sur y el norte, y detalló las tres etapas en que se dio la evangelización, con las alianzas entre señores y sociedades indígenas del centro de México y los expedicionarios españoles en las guerras de conquista, entre 1519 y 1521, de la México Tenochtitlan y México Tlatelolco.
Ahí se combinó un sistema mesoamericano de alianzas de conquista secuenciales con las técnicas y la guerra sin cuartel europea, en un proceso de manipulación mutua y la exitosa máquina de guerra que conquistó el sur y el occidente del México actual, apuntó.
La estudiosa se refirió a la segunda época con la segunda Audiencia y la llegada de Antonio de Mendoza en 1535 como primer virrey, para fortalecer el dominio del monarca español atrayendo la lealtad de los pueblos indígenas, instalando el régimen de repúblicas de indios y del cabildo, tiempo en que se dio la primera gran epidemia, en 1545.
En la tercera etapa, a partir de 1560, llegaron a Nueva España las disposiciones de Felipe II con una mayor presión para centralizar el poder, reforzar la figura de la Corona y mermar el poder de los señores indígenas, tiempo en que se dio la conjura de Martín Cortés y la segunda gran epidemia, en 1575-1576, así como las congregaciones de pueblos.
Dedicó una parte de su exposición a Pedro de Gante y su obra en la Ciudad de México y Texcoco, con la inculturación que adopta elementos de las culturas indígenas como vehículo de cristianización, sus versos sobre la Navidad para acercar el cristianismo desde los rituales y prácticas -los cantares- y palabras que los indios reconocían desde su propia tradición, lo que no estuvo exento de malentendidos entre lo que las poblaciones locales entendían sobre la nueva religión y los frailes pretendían que entendieran.
La investigadora refirió que las órdenes querían una nueva iglesia, militante, en lucha para manifestar el reino de dios en la tierra, y en especial los franciscanos, con un proyecto educativo diversificado y distintos modelos para sectores sociales según los estamentos.
Habló de las lecciones de doctrina a toda la población, las artes mecánicas para artistas y artesanos para el nuevo culto y los altos estudios a los nobles indígenas, con el importante Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco para los jóvenes de familias nobles.
Se trataba de formar colaboradores indígenas: cuerpos de laicos que ayudaban a los friales, como catequistas, sacristanes, cantores, artistas, intérpretes e intelectuales indígenas, para mediar la comunicación entre europeos y sociedades indígenas.
Entre la abundante información que proporcionó Berenice Alcántara, está la relativa a los cientos de obras y miles de páginas, sobre todo en náhuatl, la lengua de la conquista y la evangelización; la creación de neologismos, el Padre Nuestro de Molina, editado en 1546, en que se habla de la tortilla como alimento cotidiano, y su afirmación de que se han localizado seis impresos, 20 manuscritos y 2 500 sermones en náhuatl.
También compartió un ejemplo de música polifónica, mencionó obras de teatro, habló del hallazgo hecho en Cacalomacán, pueblo de Toluca, con el Manuscrito 1931, por Octaviano Valdés, que incluye dos piezas de música polifónica del siglo XVI, incluida la Sancta Mariae, del Códice Valdés.
Berenice Rojas recomendó la lectura del número 7 de la revista Korpus21 editada por El Colegio Mexiquense, que ella coordinó, con el título «500 años de evangelización en lengua náhuatl», que puede leerse libremente en línea en
Comunicado de prensa 066/2025
Santa Cruz de los Patos, Zinacantepec, Estado de México, 2 de diciembre de 2025

